Ojos azules
La noche del 30 de junio de 1520, último día de los conquistadores en Tenochtitlán, es conocida como «la noche triste». Los aztecas saborean su próxima venganza mientras los españoles se aprestan a huir entre la lluvia, dejando atrás la promesa del oro por el que cruzaron el océano. Todos, menos uno. Un soldado de ojos azules que no está dispuesto a soltar un saco lleno del preciado metal. Ni aunque tenga que arrastrarse entre el barro, las vísceras y la sangre de sus compañeros, ni aunque ello suponga su captura. En su delirio, se aferra a la mirada desafiante de su india pagana.